lunes, 24 de diciembre de 2012

Paraísos al borde del abismo


Aunque a menudo y con toda la razón me cuestiono sobre las implicaciones morales de mi trabajo, y de la idoneidad de mis opiniones políticas y ambientales después de desempeñar mis labores profesionales, pero esas discusiones las dejaré para un futuro en el que tenga mayor claridad conceptual y una argumentación más fuerte para poder analizar la situación desde los diversos contextos y puntos de vista que ofrece nuestro país. 

Por ahora diré que una de las cosas buenas (desde el plano estrictamente individual) de mi trabajo, es que me permite conocer rincones insospechados de una región desconocida y subvalorada por los colombianos, pero muy querida por las empresas petroleras, palmeras, ganaderas, y otras muchas cada día más. Permite, digo, conocer rincones insospechados de la Orinoquia colombiana, como el último en el que estuve, un rincón olvidado, del Arauca olvidado, un lugar que a pesar de estar separado del Casanare por un río (el Casanare), es muy diferente a lo que había conocido en el último año. Son diferencias desde el punto de vista estructural, dinámico, y otras cosas aburridas que harían que pierda lectores si las explico; pero también son diferencias respecto al estado de conservación de los ecosistemas y la fauna. En esta situación tiene mucho que ver las condiciones de orden público y de difícil acceso a la zona, y el relativo despoblamiento humano (25 casa habitadas en 50 mil hectáreas). La abundancia de aves, mamíferos, reptiles que hay en aquel lugar es impresionante. Manadas de cientos de chigüiros, decenas de venados, miles de aves, babillas, tortugas, araguatos, perros de agua, zorros… (hablo solo de los que yo vi, hubo quienes incluso tuvieron la suerte de ver un puma) le dan a la zona un colorido y un dinamismo paisajístico impresionante.
Además esta situación es una muestra de lo fácil que puede convivir la gente con su entorno, en la zona cazan, les gusta comer carne de monte, sin embargo descubrieron una forma de hacerlo de tal manera que no afecte a las poblaciones -todo esto, como siempre acá, es análisis subjetivo, visual y sentimental, sin ningún rigor científico positivista- también es una zona netamente ganadera, pero las vacas conviven en relativa armonía con los animales nativos.

Es ahí donde uno piensa con dolor real, ¿Qué pasará dentro de un año cuando hagan exploración sísmica y, si aplica, las posteriores etapas de la exploración/explotación petrolera? Y las respuestas, ninguna  de ellas, son alentadoras. Empecemos por la cantidad de gente, materiales, y vehículos que ingresarán de sopetón al área, solamente el ruido ahuyentará a la fauna, que hasta el momento no se ahuyenta con la presencia  humana, y mejor no seguir con el análisis de todo el proceso para evitar transmitir la depresión que causan esas reflexiones. Y lo peor es saber que no es solo esa área, si no muchas más. Eso sí, esta vez voy a mantener mi fe puesta en que mi trabajo y el de mis compañeros contribuirá a que este lugar no se vea tan afectado por la empresa que es Colombia, pero que Colombia (la real) no quiere ni poquito.

Crucemos pues los dedos juntos

viernes, 16 de noviembre de 2012

Hoy estoy indignado y escribo con y desde esa indignación.

La palabra ha perdido sentido, lo se, y he criticado muchas veces a quienes tienen por costumbre indignarse, pero esto que tengo ahora es indignación, pura, dura y real.

Acabo de ver el vídeo en el que varios soldados hacen polígono con su mascota. Al principio las imágenes me causaron malestar real (bajada de tensión, revoltura en el estomago, dolor de cabeza) y rabia con los soldados, pero inmediatamente después, ese malestar y esa rabia se fueron hacia el sistema guerrerista en el que nos movemos actualmente, en el que la juventud es obligada - bien sea por razones económicas, de exclusión social o de coacción pura y dura- a formar parte de esta guerra sin sentido (ninguna lo tiene realmente), separados de su hogar, de su comunidad, de su vida, para convertirlos en maquinas de matar y en carne de cañón, mientras los interesados en mantener este sin sentido histórico colombiano se dan vida de reyes. He visto muchos regresar a sus vidas convertidos en entes sin alma, sin ese brillo en sus ojos, con ansias de volver a empuñar un arma, he visto también a muchos pasar de un bando al otro, o convertirse en simples gatilleros, porque la conversión es perfecta, la maquina de hacer guerreros funciona y está muy bien aceitada.

Desde lo urbano es fácil condenar a estos jóvenes por sus acciones, pero cuando se conoce daño que les causaron en su instrucción militar, se entienden sus acciones, ellos no deben ser juzgados, ellos deben ser acompañados por psicólogos y demás profesionales que puedan devolverles lo humano que les robaron. Quien debe ser juzgada es esta sociedad, que ha permitido que generaciones enteras se pierdan en el infierno de la guerra, que incluso piden que se siga reclutando, para garantizar ese falso bienestar al que nos acostumbraron en las ciudades.

Por varios motivos, morales, políticos, personales, tuve la suerte de no tener que hacer parte del desastroso ejercito colombiano, por suerte tampoco tuve que pertenecr a ninguno de los otros bandos que a la fuerza o mediante diferentes estrategias reclutaban (reclutan) niños, amigos, en mi pueblo. Creo que esa fue la mejor cosa que hasta ahora a sucedido en mi vida, y por esas mismas razones, no puedo tolerar que se siga cometiendo el crimen del servicio militar obligatorio y las demás formas de reclutamiento forzado... ¿ Héroes? Héroes serían todos si pudieran hacer sus vidas, héroes que trabajan el campo, héroes que deciden estudiar, héroes que tienen una familia... sin la sombra de las atrocidades que les toca vivir en la guerra.

Perdonaran el desorden de ideas y la terrible redacción, pero es que esta indignación no deja pensar con cabeza fría

domingo, 21 de octubre de 2012

Demagogos Extranjeros, Estadistas Colombianos


Esta será una entrada corta, para no perder la costumbre de escribir.

Desde hace varios años he visto, con mucha tristeza,  a la gente de veredas en Cundinamarca, Meta y Boyacá, salir a recibir las limosnas estatales, convertidas en subsidios, que les corresponden por ser pobres y pobrecitos campesinos que viven en esas zonas que a muchos de nosotros, nos producen alergia física y mental. También he visto, cómo la gente se acostumbra  a estas limosnas, (¿el cual es el fin último de las limosnas?) y acuden desde lugares lejanos, para recibir cantidades de dinero, que no son suficientes para nada, ni justifican el esfuerzo, pero que cómo toda limosna, se vuelven necesarias.

Estos subsidios y todos los subsidios, son, desde mi punto de vista, un exceso de demagogia y una forma de mantener la relación de dependencia directa de los ciudadanos hacia el estado y no permiten el crecimiento personal y comunitario. ¿Qué pasaría si en vez de dar un subsidio de alimentación infantil de 70 mil pesos a cada familia de una vereda o inspección, se invirtiera ese dinero para desarrollar proyectos comunitarios, que garanticen la soberanía alimentaria de la zona? ¿No sería eso de verdad poner a las “familias en acción”? Pero eso eliminaría las posibilidades de presionar a los individuos al momento de buscar votos (durante las elecciones nacionales, parlamentarias y regionales pasadas la amenaza “si eligen a tal o cual que no es uribista, se quedaran sin subsidios” surgieron a lo largo y ancho del país) y no tendría los efectos electorales que buscan las limosnas.

Pero, oh sorpresa, los mismos que critican porque sí a los gobiernos de izquierda latinoamericana y que los califican como populistas y demagogos,  por desarrollar programas, que por mi ignorancia sobre ellos no puedo analizar, esos mismos digo, son los mismos que alaban la entrega de subsidios y los que las prometen durante las campañas electorales (no digo campañas políticas, porque política es otra cosa).
Y no entiendo esa lógica, los mismos noticieros que cubrieron las elecciones de Venezuela y mostraron varios programas chavistas, entre ellos los mercados populares, como muestra de populismo, cubren ahora las extensas filas de los colombianos para recibir limosna y el aumento de familias subsidiadas, como un gran logro del estado y el gobierno colombiano…

¿Alguien me puede explicar esto?

sábado, 8 de septiembre de 2012

De Sequías y Otros Mitos


Hace días tengo pendiente la escritura de esta entrada.

En agosto realice un viaje corto hasta Ibagué, a una celebración familiar. El viaje de ida lo hice pasando por Girardot, Flandes, Espinal. En la época que hice el viaje, en todos los medios de comunicación divulgaban la noticia de fuertes sequias en toda esa región y los entusiastas del calentamiento global le achacaban la situación a este fenómeno y a la “furia de la naturaleza malvada”. 

Cuando pase por las vías estuve muy pendiente de ver lo que pudiera de esta “tragedia” desde la visión disminuida que permite la ventana de un bus, sin embargo esa limitada visión me regalo un buen material de análisis. En este punto debo decir, entes de continuar, que me habría gustado tener fotografías que ayudaran de forma visual a hacer esta narración, pero lamentablemente tendrán que confiar, o no, en mis palabras.  Al borde de la carretera se podrían observar varias fincas ganaderas, sin un solo retoño de pasto, toros y vacas comiendo tierra; otras con macollas de pasto de color "amarillo sequía", tierra suelta, polvo pegajoso alborotado por todo el aire… Pero ¡oh sorpresa! al lado de ese desolador panorama, campos de arroz con irrigación estupenda, cultivos de mango verdes, como la esperanza que se les escapa a los vecinos de estos cultivos, algunos potreros con canales de agua corriente y pasto lleno de vida, toros y vacas gordos y bien alimentados. Situación extraña, algunas de estas fértiles y húmedas-si cabe el término en esta región seca de  Colombia- estaban en medio de terrenos áridos de un color  café  pálido y triste. Pero, esto no era lo que decían los medios, para ellos la sequía era (es) general y la culpa es del cambio climático. Lo que yo vi entonces, era tal vez una ilusión producida por el calor, pero mi interpretación (repito, limitada por la visión desde la ventana de un bus) es diferente y aquí va:

El calentamiento global y la furia de la naturaleza, no son más que estrategias distractoras por parte de quienes necesitan manejar a su antojo los recursos naturales (que forma tan fea de referirse a la naturaleza), de quienes pretenden apoderarse de tierras y están empezando a utilizar el desplazamiento climático como arma, de quienes pretenden hacerse con todas las ganancias de la producción agrícola del país. En esa zona específica hay distritos de riego, desarrollo agrícola, principalmente arrocero, a gran escala. Es cierto, no lleve hace mucho, a principios de agosto la gente de Ibagué me decía que llevaban tres meses sin ver caer una gota de agua en la ciudad, pero también es cierto que en la parte alta de la cordillera, por lo menos hasta ese momento estaba lloviendo (incluso durante el viaje hubo lluvia en varios lugares), que la parte alta de la cuencas está recibiendo todavía- esto es una suposición, pero a principios de agosto sí era así- grandes aportes hídricos producto de la lluvia y lo que es más cierto es que en algunas fincas incluso sobra el agua.

No podemos prestarnos a esta situación; cambio climático sí hay, este es un mundo en constante cambio y evolución, daños ambientales causados por el hombre, todos los que se nos ocurran… Pero utilizar como excusa el calentamiento global y hacer ver a la naturaleza como un ser monstruoso y vengativo para justificar los atropellos, desplazamientos, concentración de tierras, etc, es una actitud que no podemos seguir patrocinando, hacerlo sería  convertirnos en cómplices de estas nuevas formas de violencia que se están implantando en el país.

Hasta pronto

jueves, 28 de junio de 2012

Un nuevo culto




Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a una reunión de vendedoras (aunque había hombres las mujeres eran mayoría aplastante) de una de esas revistas de venta por catálogotan de moda en la última década en el país. A la mejor manera de investigador del siglo XIX, haciendo parte y sin participar de ella realicé un pequeño análisis de este fenómeno tan popular entre los estratos medios de la sociedad colombiana.
A la mejor manera de las iglesias cristianas estas reuniones son apoteósicas, el salón estaba a reventar, tuve que ceder mi puesto y salir mientras el administrador del lugar donde se desarrollaba conseguía cuantas sillas fueran posibles para acomodar a todas las asistentes, sillas estas que siempre fueron insuficientes. Al llegar varias auxiliares voluntarias se encargan de acomodarnos advirtiendo eso sí anticipadamente que las señoras tendrían que cargar en las piernas a sus hijos para que cupiera todo el mundo, después de esto y al margen del saludo inicial las auxiliares pasan repartiendo galleticas (de las mismas que ofrece el catalogo) bajo la advertencia de que solo se puede comer UNA para que “alcance para todos”, mientras la gente se amontona y las amigas ocasionales se saludan y se cuentan las generalidades de su vida el último mes. Y es aquí cuando llega uno de los momentos más emocionales de la reunión: El Himno. Mientras paso por el frente de algunas de estas iglesias cristianas o evangélicas y veo a sus feligreses entonando himnos de alabanza veo la misma pasión y frenesí que vi ese día de parte de la mayoría de las asistentes, cantaban, gritaban, aplaudían, elevaban las manos al cielo, cerraban los ojos (ver fotos). El himno en sí es una mezcla de música para planchar y canción de Fanny lu (no sé si estoy redundando con esta expresión), con estrofas que en algunos apartes parecen sacados de libros de Coelho, pero viendo la pasión ciega con la que lo cantan pienso que daría lo mismo fuera cual fuera su música, ritmo y prosa. Supongo que hay muchas teorías explicando la importancia de himnos y canciones de batalla en la sugestión y condicionamiento neurolingüístico de grupos humanos, pero estando allí parado  o es necesario echar mano de estas teorías para darse cuenta de este hecho. El estado cuasi hipnótico-extático en el que quedan las asistentes después de cantar permite que la reunión se desarrollé de forma fluida por el periodo de tiempo necesario para contar las novedades del catálogo y algunas otras cuestiones técnicas. Cuando el éxtasis empieza a decaer llega al rescate la felicitación de cumpleaños, las cumpleañeras se levantan mientras el resto corea el Happybirthday, esta actividad permite comentar algunas otras cosas respectivas al catálogo en sí. En esta reunión tuve la fortuna de observar la implementación de una nueva estrategia de sentimentalización- si se me permite la utilización del verbo- “La Caja de los Deseos”, acá las mujeres escriben sus deseos anónimos y los depositan en una caja, los deseos (casa propia, estudio de los hijos, conocer el mar, etc.) serán leídos de a cinco por cada reunión hasta el fin de año. La idea manifestada es que al leer el deseo todas las mamas pondrán su buena energía para que se cumpla. La idea -interpretada por mí- es mantener a las señoras pendientes durante todo el año hasta que su deseo sea leído y como la mayoría de los deseos son similares nunca sabrán a ciencia cierta cuál fue el suyo y si alguna escribe uno diferente se sentirá comprometida con las demás a enviar buenas energías así como ellas le enviaron en su caso.
El último, y quizá más importante de los ganchos de atracción a esta actividad es el sorteo de algunos de los productos ofrecidos en el catálogo, no los mejores, no los más caros, pero sin embrago da la impresión de que todo el mundo (incluido yo) asiste a esta reunión con la esperanza de conseguir alguna de estas dadivas. El sorteo además es una forma de verificar inmediatamente el pago de los pedidos realizados, pues para participar en este se debe entregar la factura de cancelación. La parte final de la reunión no se los puedo contar porque después de ganarme una manilla “Para ti mamá” y un paquete de galletas, siguiendo el ejemplo de las demás asistentes abandone la reunión.

domingo, 17 de junio de 2012

#YopalSinAgua




Está noche (17/06/12) los noticieros colombianos se mostraron preocupados por el corte del servicio de agua en tres ciudades –Cali, Ibagué y Armenia- sufrían por la falta de agua potable durante 24 horas, está situación sin duda es muy grave, pero a la vez es indignante ver la poca importancia que le dan a una situación 384 veces más grave (hasta el día de hoy). La ciudad de Yopal con entre 130 mil y 150 mil habitantes, desde hace más de un año sufre de falta de agua potable, desde el 29 de mayo del año 2011 y es una situación grave a la que se han tenido que adaptar heroicamente desde el principio pues siempre las medidas han sido insuficientes. En este punto de la reflexión creo conveniente explicar que mi vínculo con Yopal es reciente de hecho conocí Yopal cuando esta crisis inicio, por razones laborales como muchos colombianos he tenido que desplazarme a esta ciudad durante el último año. Recuerdo esos primeros días como el paisaje de la ciudad era extraño, casas y oficinas con baldes ollas y todos los recipientes posibles esperando recibir de la misma lluvia el agua necesaria para poder seguir desarrollando sus vidas con la mayor “normalidad” posible. También recuerdo la retórica de muchos líderes prometiendo una pronta solución definitiva a este problema. Pero las cosas se han ido diluyendo y quedando en el aire como muchas de las promesas que por años hemos escuchado los habitantes de esta mitad de Colombia abandonada y desangrada que es la Orinoquia. Volví a Yopal y a Casanare en el momento más candente del proceso electoral regional, asistí, o mejor dicho coincidí en varios escenarios y debates políticos y con tristeza vi y oí que la bandera del actual gobernador no era el retorno del agua en Yopal, si no el ofrecimiento de conciertos de Vicente Fernández en todos y cada uno de los pueblos del departamento (ofrecimiento que por cierto no va a cumplir). Esto lo comento simplemente para demostrar que el abandono de esta ciudad en particular y de la región en general es producto en gran parte del auto abandono y la actitud negligente de la clase dirigente local.
Más de un año sin agua y las cosas parecen no cambiar por algún tiempo y mientras tanto esta ciudad y sus habitantes seguirán sufriendo del abandono de los medios de comunicación nacionales, ni siquiera el impulso que desde Twitter dieron algunos pobladores de Yopal a esta causa con el Hashtag #YopalSinAgua que se convirtió en tendencia por pocos días y después como por arte de la magia de la velocidad informativa actual se desinfló y prácticamente desapareció del ámbito nacional.
De todo corazón espero que por lo menos este problema tanga rápida solución y que el gobierno central y el local se pongan de acuerdo de forma rápida y efectiva para que la gente de Yopal y sus habitantes ocasionales podamos gozar a plenitud de las maravillas que ofrecé.