... La marcha pasó de ser una iniciativa de la sociedad civil, a
ser una marcha en apoyo al gobierno de Juan Manuel Santos, quien ha demostrado
hasta el cansancio su indiferencia por la vida. Que todos los ministros,
consejeros, el ministro Fiscal general, hayan convocado oficialmente a esta, le
resto puntos en cuanto a movilización social espontánea y la inscribió en una
más de esas manifestaciones de apoyo y lambonería política.
... La marcha por la vida, ponía a la vida en un ambiente
metafísico, intangible, surreal; desde que se convocó esta marcha, han aparecido
noticias que muestran el desprecio por la vida en el país, la represión
violenta (ilegal, ilegítima) a los reclamos de los indígenas del norte del
Cauca, la muerte de al menos 18 niños en el Chocó, sigue flotando en el aire la
muerte por hambre de muchos niños en la Guajira, en el Meta… la constante en
todos estos temas es que no ha habido una correcta respuesta gubernamental para
garantizar la vida; incluso, en el caso del norte del Cauca, ha sido el
gobierno quien ha decidido atacar de frente, contra la vida de los indígenas.
Pensaba yo, que los organizadores de la marcha podrían usar esos ejemplos y
hacer dentro de la convocatoria una manifestación concreta a favor de la vida
de niños e indígenas, pero no, la vida que íbamos a defender en la marcha, era
la vida etérea, no la de los ya muertos o de los que quieren matar. Incluso el sábado,
vía twitter, le pregunté a la representante Ángela María robledo si habría
mención a uno de estos temas dentro de la marcha, la representante, que
normalmente responde, esta vez, prefirió no decir nada.
... Los organizadores usaron el eufemismo para convocar esta
marcha, notablemente, la marcha era en apoyo al proceso de paz, pero el profe
Mockus prefirió decir que era por la vida; una marcha así, pierde fuerza política,
por eso se dio esa atomización de mensajes, no hubo un concepto puntual que quisieran
defender o promover quienes marchaban, al final, el mensaje pareció ser: “salga
y marche, usted ponga el tema que quiera”.
.... La polarización de este país cansa, y cuesta muchas vidas
cada año, aunque la intención de quienes convocaron la marcha era justamente
unir al país en torno a la paz (a la vida no), lo que lograron fue lo
contrario, volver a dividirnos, y a satanizar a quienes no están de acuerdo con
una u otra postura. Leí tantas opiniones de quienes decían que los que no marcháramos
éramos uribistas (el peor insulto para el 50% del país), o que éramos asesinos,
o incultos, o torpes, o indolentes. También, desde el otro polo, hubo gente que
dijo que quienes marcharan eran amigos de la guerrilla, terroristas, castrochavistas
(el peor insulto para el otro 50% del país). Yo, Juan Manuel Pérez, me cansé de
estar en un lado o en el otro, me aburrí de tener que escampar en un lado, para
soportar las gotas ácidas que salen del otro; estoy a favor de la vida, nunca
he pensado en la pena de muerte como respuesta para nada -algunos de los que
marcharon a favor de la vida ayer, hablaron de pena de muerte hace poco-, me
gusta y he buscado la paz en muchos escenarios cotidianos, voté por Santos en
segunda vuelta, sólo por apoyar la continuidad de este proceso de paz… A pesar
de todo esto, no marché, porque entendí que la marcha no iba a tener ninguna
utilidad respecto a lo que busca toda marcha, expresar una posición política de
la sociedad civil, porque sentí que me iban a utilizar para defender las
políticas contra la vida del gobierno Santos, porque sentí que querían
engañarme al decirme que marchara por la vida, cuando en verdad querían era
apoyar el proceso de la Habana.
Creo en la movilización social como mecanismo de expresión
democrática, pero creo que para que su objeto se cumpla, debe hacerse bien,
buscar estrategias innovadoras para que el mensaje llegue a quienes no marchan,
decir la verdad y no usar eufemismos. En esos casos, cuando esto ocurra, cuenten
conmigo para caminar.