viernes, 11 de enero de 2013

De Sequías y Otros Mitos II

Nuevamente, y como cada una de las temporadas secas del país, nos empezaron a bombardear con noticias de sequías, cubrimiento especial desde las bocatomas, acueductos, cauces secos de ríos, transmisiones en vivo, entrevistas con dirigentes regionales que normalmente son invisibles, etc. Por estos días nuestra actitud de vecinos entrometidos hizo que el presupuesto noticioso se fuera para Venezuela y dejáramos los acueductos de Honda, Ibagué, y municipios de Cundinamarca (porque Yopal y sus casi dos años sin acueducto, no entra en esta  oleada de interés) olvidados, pero me temo que en pocos días volverá la andanada delirante de este tipo de noticias.

No pienso contradecir la teoría del cambio climático, pues no tengo ningún fundamento científico, empírico,  o lo que sea, para hacerlo. Pero sí me gustaría que se incluyeran muchas más visiones en el análisis y cubrimiento.

Nadie piensa si quiera en el aceleradísimo paso de país rural a país urbano que tuvimos, y que provoca una fuerte presión sobre los sistemas de distribución de agua potable de los centros urbanos, que en su mayoría fueron diseñados para poblaciones menores y estáticas y que también provoca contaminación (por disposición inadecuada de aguas servidas y residuos sólidos) y la degradación (por construcciones sobre rondas hídricas, talas y quemas para facilitar construcciones)  de otras fuentes que podrían ser empleadas como solución . Tampoco pensamos en el cambio de usos de los suelos, un ejemplo claro son los llanos orientales, en donde la gente del campo estaba acostumbrada a vivir con el ciclo natural del agua en esas zonas y tenía diseñadas estrategias para captar el liquido durante la larga temporada seca; pero a partir de los cultivos de palma, la ampliación de la frontera arrocera y la exploración y explotación petrolera, han visto como la dinámica hídrica de la zona se transforma aceleradamente y empiezan a sufrir por la escasez de este elemento.

Tampoco se habla del ya mencionado aumento en la construcción de represas, distritos de riego y más de esos motores del progreso que pretenden controlar los flujos de agua de las regiones, para que solo los que pueden pagar hagan uso de nuestra sagrada agüita.

Pero no, preferimos seguir culpando a la naturaleza. Esa es una buena forma de desentendernos de problema, y también es una buena forma de seguir, cada vez con más fuerza sufriendo los opuestos excesivos de inundaciones y sequías. 

Mitificamos estas situaciones y sus causas para desentendernos de ellas en lo practico y para sufrirlas como castigos divinos cada vez que sucedan. Así se hace  más fácil cargar con nuestras conciencias, la individual y la colectiva. Solo cambiando nuestra visión y haciéndonos responsables de nuestros actos podremos dar el giro que necesitamos para revertir esta clase de situaciones y para salir del abismo en el que os sumergimos tan aceleradamente.

Para que esto no termine como un articulo de superación personal, mejor dejo hasta ahí, los consejos se los dejo a los que ganan plata dándolos.

Hasta pronto