viernes, 16 de noviembre de 2012

Hoy estoy indignado y escribo con y desde esa indignación.

La palabra ha perdido sentido, lo se, y he criticado muchas veces a quienes tienen por costumbre indignarse, pero esto que tengo ahora es indignación, pura, dura y real.

Acabo de ver el vídeo en el que varios soldados hacen polígono con su mascota. Al principio las imágenes me causaron malestar real (bajada de tensión, revoltura en el estomago, dolor de cabeza) y rabia con los soldados, pero inmediatamente después, ese malestar y esa rabia se fueron hacia el sistema guerrerista en el que nos movemos actualmente, en el que la juventud es obligada - bien sea por razones económicas, de exclusión social o de coacción pura y dura- a formar parte de esta guerra sin sentido (ninguna lo tiene realmente), separados de su hogar, de su comunidad, de su vida, para convertirlos en maquinas de matar y en carne de cañón, mientras los interesados en mantener este sin sentido histórico colombiano se dan vida de reyes. He visto muchos regresar a sus vidas convertidos en entes sin alma, sin ese brillo en sus ojos, con ansias de volver a empuñar un arma, he visto también a muchos pasar de un bando al otro, o convertirse en simples gatilleros, porque la conversión es perfecta, la maquina de hacer guerreros funciona y está muy bien aceitada.

Desde lo urbano es fácil condenar a estos jóvenes por sus acciones, pero cuando se conoce daño que les causaron en su instrucción militar, se entienden sus acciones, ellos no deben ser juzgados, ellos deben ser acompañados por psicólogos y demás profesionales que puedan devolverles lo humano que les robaron. Quien debe ser juzgada es esta sociedad, que ha permitido que generaciones enteras se pierdan en el infierno de la guerra, que incluso piden que se siga reclutando, para garantizar ese falso bienestar al que nos acostumbraron en las ciudades.

Por varios motivos, morales, políticos, personales, tuve la suerte de no tener que hacer parte del desastroso ejercito colombiano, por suerte tampoco tuve que pertenecr a ninguno de los otros bandos que a la fuerza o mediante diferentes estrategias reclutaban (reclutan) niños, amigos, en mi pueblo. Creo que esa fue la mejor cosa que hasta ahora a sucedido en mi vida, y por esas mismas razones, no puedo tolerar que se siga cometiendo el crimen del servicio militar obligatorio y las demás formas de reclutamiento forzado... ¿ Héroes? Héroes serían todos si pudieran hacer sus vidas, héroes que trabajan el campo, héroes que deciden estudiar, héroes que tienen una familia... sin la sombra de las atrocidades que les toca vivir en la guerra.

Perdonaran el desorden de ideas y la terrible redacción, pero es que esta indignación no deja pensar con cabeza fría