La radio y los medios públicos
del país, como todo lo público en el país viven bajo constantes amenazas de
desaparición, optimización, gestión responsable y otros eufemismos son válidos
para justificar el cierre o los despidos masivos en muchas empresas. El reto es
mantenerse, mejorar y nunca perder el horizonte de lo público.
En mi pueblo, en mi infancia y adolescencia,
a ratos podía sintonizar la Radiodifusora Nacional, recuerdo vagamente algunos
programas que escuchaba; igual que escuchaba la voz de la resistencia o la
radio de los salesianos en la región. Pero mi gran acercamiento con la radiodifusora
fue después de los 16 años cuando ingresé en la universidad, sin televisor, y
sin plata, la radio, esa la radio pública nacional y la de la universidad del
Cauca, fueron mi compañía muchas tardes y noches. Por eso sentí un dolor muy
grande cuando cerraron esa empresa, cuando muchos-los que no somos amigos de los
medios masivos, ni de los gustos impuestos por el mercado- nos quedamos sin
saber que escuchar (incluso me tocó recurrir a caracol radio para mitigar esa pérdida).
Después, de a poco fui
aprendiendo a querer a la nueva Radio Nacional de Colombia, su programación
musical era muy buena, diferente, recuerdo los programas de música del mundo y
música colombiana. Pero se notaba que era una radio recién nacida y con poca
identidad, no tenía línea editorial; a quien cerró la Radiodifusora no le
interesaba que la tuviera. Para no hacer larga la historia, y sin un orden
cronológico claro-porque entre otras la información sobre la historia de este
medio, por lo menos en internet solo existe en versión oficial y políticamente correcta-
diré que la llegada del noticiero en la mañanas, programas como el atardecer, y
ya un poco más acá la onda sonora, empezaron a darle cierta identidad a esta
radio, la llegada de Juan Pablo Calvas a
las mañanas y al sistema informativo, le dio algo que parecía imposible, una
actitud de radio pública, interesada en los asuntos de las regiones, en mostrar
la opinión de todos, en no ser gobiernista sino estar al servicio de la gente.
La onda sonora y la dirección musical de Jaime Andrés Monsalve por su lado, le
dieron esa línea editorial que le faltaba a la música, y la acabaron de
convertir en un medio alternativo en cuanto a lo musical.
Fue tan buen todo este cambio, que a quien antes no le interesaba esta radio
como medio de propaganda política –porque todos los medios privados le abrían el
micrófono solo con hacer u gesto- decidió utilizarla para transmitir su campaña
de segunda reelección, y el actual presidente decidió quitarle espacios a esa
mañana diferente creada por Calvas y su equipo, para transmitir versiones
cortas de aló presidente, aprovechándose obviamente del espacio creado.
Quizá el logro más importante
apareció hace poco, y fue introducir el concepto de Colombiología sin que esto
significara cerrarse al patrioterismo que tato vende, sino más bien, ver a
Colombia desde muchos puntos, entender el país incluso desde afuera, entender
al mundo desde el país.
Y cuando todos estábamos felices
con la adolescente Radio Nacional de Colombia, llegaron otra vez los cambios.
Juan Pablo Calvas se fue (a ratos lo escucho en su nueva casa) y con el algunos
conceptos a los que nos tenían acostumbrados. Después se fue la Colombiología y
con ella la Radio Nacional.
Nació Señal Colombia como sistema de medios y señal
radio Colombia como radio de ese sistema.
Critiqué mucho ese cambio; Catalina Ceballos en twitter tuvo que aguantar mis
críticas y mis lamentos. Dejé de escuchar la emisora cuando llegó Andrés Nieto
y cuando el noticiero desapareció, (aunque seguía escuchando La onda sonora)
pero la nostalgia me hizo volver, y cuando volví me di cuenta de lo bien que
sonaba una especie de magazín cultural en las mañanas, con información pero con
mucha cultura, con Margarita Vidal y sus entrevistas, reseñas y tertulias, con
la recuperación del concepto de colombiología, con el potenciamiento de la idea
de radio pública, de integrar a la gente, de mostrar las regiones y su cultura.
El cambio en últimas fue positivo, aunque se perdieron cosas valiosas, llegaron
otras con igual o más valor.
Lo positivo es que esta nueva radio
nació siendo adulta, no tuvo que pasar por las falencias de su antecesora, más
bien aprovecho algunas cosas de ella para empezar con pie derecho. Siento que
lo más grave fue perder la parte de escuchar con el mismo interés y respeto,
todas las caras de la información; muchas veces se me retuercen las tripas al
escuchar como confían plenamente en la versión oficial, y la desconfianza que
hay hacia las otras versiones.
Pero debo decir que mis temores
no estaban bien fundados, que la labor de todos los que trabajan en esa radio
es admirable, que todos tienen claro el concepto de lo público en los medio de
comunicación y no me queda más que agradecer eso, porque cuando uno no está en
las ciudades grandes o incluso estando en ellas, la mejor forma de escuchar cosas diferentes es unirse a
la onda de la Pura Colombiología